Algo de ti
Cobijadas por el destierro que bajo la mesa suelen padecer los miembros de la cintura para abajo, zapatos, suelas, gomas de mascar pegadas, mascotas ambientas y migajas de comida, nuestras manos se encuentran .
Dedos en busca del calor y consuelo que allá arriba, en la espesura de una platica que se vuelve cada vez más incomprensible, no pueden expresar.
Nuestros ojos se ofrecen como si fueran una promesa.
Te miro por sobre los lentes como quien esconde un sobre repleto de dinero. Sonrío y espero que codifiques mi señal. Mientras observo tus ojos enormes que parecen tener vida propia al pestañear; pienso en cómo le haces para encontrar las palabras perfectas y decir casi con total claridad lo que cuentas ahora frente al periodista medio ebrio. Intuyo que ha salido esta noche la mujer de la que tanto me hablas. Esa que habita tu cuerpo y deambula fuera de ti sin control alguno.
Creo que no está tan mal.
Desatiendes la discusión en la que desde hace rato y sin saber como, te metiste. Y pese a que dominas bien el tema y no bajas la guardia en cuanto a metáforas y frases de escritores, sabes que mis ojos te están llamando.
Ríes.
Busco tus muslos, busco tu rodilla y tu cadera. Busco tus senos y tu cuello. Los encuentro próximos y tentadores en la silla de a lado. La plática es tan variada que podemos movernos un poco con el pretexto de escuchar mejor al compañero. Resbalamos y cedemos unos centímetros mas, justo lo necesario para rozar nuestra piel.
Siento tu calor. Algo de ti es ahora mío.
Dedos en busca del calor y consuelo que allá arriba, en la espesura de una platica que se vuelve cada vez más incomprensible, no pueden expresar.
Nuestros ojos se ofrecen como si fueran una promesa.
Te miro por sobre los lentes como quien esconde un sobre repleto de dinero. Sonrío y espero que codifiques mi señal. Mientras observo tus ojos enormes que parecen tener vida propia al pestañear; pienso en cómo le haces para encontrar las palabras perfectas y decir casi con total claridad lo que cuentas ahora frente al periodista medio ebrio. Intuyo que ha salido esta noche la mujer de la que tanto me hablas. Esa que habita tu cuerpo y deambula fuera de ti sin control alguno.
Creo que no está tan mal.
Desatiendes la discusión en la que desde hace rato y sin saber como, te metiste. Y pese a que dominas bien el tema y no bajas la guardia en cuanto a metáforas y frases de escritores, sabes que mis ojos te están llamando.
Ríes.
Busco tus muslos, busco tu rodilla y tu cadera. Busco tus senos y tu cuello. Los encuentro próximos y tentadores en la silla de a lado. La plática es tan variada que podemos movernos un poco con el pretexto de escuchar mejor al compañero. Resbalamos y cedemos unos centímetros mas, justo lo necesario para rozar nuestra piel.
Siento tu calor. Algo de ti es ahora mío.
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