Cómodo y entretenido



Un sillón mullido, una cobija a la medida para cubrirnos del frío, un tapete para no mojar el piso del baño, la mesita a un lado de la estufa, la propia estufa de gas, el así llamado boiler, la sal en grano, la harina de trigo, el aceite de soya, el teléfono, la tv y su control, el manos libres, el despertador, los cuadernos. Cosas que dispongo en mi casa y fuera de ella, cosas que me hacen el día más fácil, que me ayudan a dormir o a despertar, a llegar a buena hora al trabajo o a la escuela, encender la computadora y ver lo que los otros dicen que ocurre, La función de copiar y pegar, cosas y acciones que hacen de mi vida una existencia al menos en términos físicos e intelectuales más cómoda y hasta placentera.

Pero vamos, ¿qué significa comodidad? La Real Academia Española la define como cosa necesaria para vivir a gusto y con descanso, que a su vez tenga ventaja, oportunidad, utilidad e interés.
La Wikipedia no define el término cómodo pero si lo confortable como aquello que produce bienestar y comodidades. Cualquier sensación agradable o desagradable que sienta el ser humano le impide concentrarse en lo que tiene que hacer. La mejor sensación global durante la actividad es la de no sentir nada, indiferencia frente al ambiente. Esa situación es el confort. Al fin y al cabo, para realizar una actividad el ser humano debe ignorar el ambiente, debe tener confort.

En cuanto a la definición que da la RAE no tengo mucho que objetar salvo que habla de la comodidad como necesaria. La segunda definición me parece un poco más interesante, habla de lo agradable y desagradable como sensaciones que afectan la actividad del ser humano y remata con una afirmación que capturo: el ser humano debe ignorar el ambiente; es decir, llueva, truene o relampaguee, se queme la casa de a lado, nos orine el perro, etc., no nos debe importar o alterar: debemos estar cómodos.

Bien. Expuesto lo anterior me detendré a pensar escribiendo un poco más sobre la comodidad, de verdad me parece importante este tema. En algún punto de nuestra existencia desde protozoarios hasta monos pensantes, la supervivencia se convirtió es un motor para desarrollar herramientas y formas de actuar encaminadas a conservar la vida, la piel, el esqueleto, la salud en primera instancia. Hasta aquí todo va bien, porque se trata de seguir con vida en un ambiente donde diversas cosas y seres nos la pueden arrebatar. ¿Pero qué pasó luego? Ya no se trató de vivir, sino de vivir un poco más, correr menos detrás del mamut, en pocas palabras quedarnos en un solo lado. Es sencillo, la vida sedentaria nos dio oportunidad de hacer más habitables las cuevas, incluso a desarrollar arte dentro de ellas, de colocar un fogón permanente, de tener más tiempo el calor cerca de nuestro cuerpo y de tener más descendencia. La cosa evolucionó a tal gradó que un sin fin de cosas, enseres, ropas y herramientas se fueron inventando para satisfacer nuestros deseos lo más pronto posible, para alejarnos de la incomodidad, del frío, del hambre, de la oscuridad, del ruido lo más posible, al punto que podamos suprimir todo lo anterior a voluntad o por lo menos variarla según nuestros gustos. Entonces autos para no caminar y hacer más actividades en un día, entonces camas más grandes, calefactores que aíslan el cuerpo del frío y el tiritar del alma humana, entonces pisos laminados, adoquines para no caer por culpa de una estorbosa piedra, entonces banquetas y concreto hidráulico para andar sobre ruedas en todos lados, entonces azúcar refinada para obtener energía rápido, entonces, comidas que se hacen en cuatro minutos para no ir de caza, y así un sin fin de cosas que nos hacen la vida más chida. Podríamos decir que somos una raza instantánea. Todo en menos de cinco minutos o es gratis.

Hasta aquí la cosa va bien, pero hay algo de lo que ni los diccionarios ni las fábricas de estos aditamentos de la comodidad, ni la santa biblia, ni la penca del maguey nos dicen y la verdad es que ni tienen por qué. La comodidad no es otra cosa que darle la vuelta a lo incómodo y lo incómodo por antonomasia es dificultoso, molesto, penoso; es decir lo incómodo, causa sufrimiento. Todo este rollo para llegar al sufrimiento. Pues sí. La idea del sufrimiento como generador de el miedo y aflicción se ha perpetuado por tradición, por inercia o por falta de no sé qué. La idea de que algo nos haga sufrir no va con nosotros los del club de los optimistas. El sufrimiento es terrible, los pobres sufren por ejemplo, los malos al final terminan sufriendo o por sufrimiento es que hacen lo que hacen. Los políticos nos hacen sufrir todo el tiempo. Algunas piezas de arte contemporáneo son puro sufrimiento. En algún lugar alguien sufre en silencio o públicamente y a un montón de gente le vale madres o por el contrario, arman todo un movimiento social por ello. Pero vamos. ¿Cuándo el sufrimiento se convirtió en el ogro del castillo? El frío es sufrir, la muerte casi siempre viene con su buena carga de sufrimiento, el hambre en cierto grado provoca sufrimiento cuando no se sacia, la falta de caricias provoca sufrimiento, el no ser visto también, o el ser demasiado visto. Si casi todo provoca sufrimiento no es de espantar que casi todo tenga un chunche que evite la incomodidad, que evite la pena.

En algún punto la maestría en hacer cosas cómodas o de comodizar casi todo el entorno humano adquirió tal perfección por decirlo de algún modo, no lo tomes literal, que empezó a ser entretenido además de cómodo. Entonces el teléfono que en el 95 servía solo para llamar a otros dispositivos de la mista ciudad en el 2000 y tantos se convirtió en un chunche con el que se podía jugar ping ball, tetrix revolucionado y hasta bailar coreografías guiadas desde una computadora.  Mi habitación, por ejemplo, no sólo es un lugar en el que intimo con mi pareja, descanso y repongo energías, es un centro de entretenimiento con surround y toda la cosa que me adormece cuando tengo sueño o me entretiene cuando peino a mi hija antes de llevarla al colegio.

Vivimos un momento dentro de lo humanamente conocido donde la falta de comodidad es mal vista, alguien que duerme en un catre es un jodido, alguien que come en el piso también, no tener techo de concreto es humillante, no usar zapatos también, para nuestro actual sistema de gobierno mundial ser pobre no es estar falto de oportunidades, de tener solucionadas nuestras necesidades: es no tener comodidad. La comodidad se ha convertido en un estandarte capitalista contra las muchas y diversas formas de vivir la vida según se nos plantee un deber ser. Cómo explicar tener recursos suficientes para comprar a diario un gansito marinela y una coca cola en vez de comer algún cereal menos saturado de azucares o grasas y tomar una limonada natural? La búsqueda de la comodidad a costa de lo que sea y como sea ha puesto a todos los empresarios, publicistas, comunicólogos y demás al servicio del entretenimiento masivo. El letargo que provoca un noticiero matutino da cierta comodidad. El mundo esta en guerra, todos los días amanecen muertos aquí y allá, una violada por ahí, más allá un decapitado, todo esta bien mientras salga en las noticias o en el feisbuk porque es entretenido hablar de eso, dar mi punto de vista super informado e intelectual es parte de un modus vivendi que gira en torno al miedo, miedo a sufrir, miedo a lo incómodo, miedo a la falta de comodidad de disposición monetaria, miedo a no tener una casa un carro que me lleve a todos lados, estrés por todo eso y por el futuro que la tv representa escalofriante y cool al mismo tiempo.



Esa idea de ir a trabajar a una oficina de 8 a 12 horas con un sueldo permanente, prestaciones y demás es cómoda, segura, nos mantiene con fe en que mañana despertaremos más ricos, más importantes, menos viejos, como si de verdad el tiempo existiera. Es cómodo vivir la vida así, sin prestar plena atención a una sola cosa porque la comodidad de mis herramientas me permite estar omnipresente en todos lados y omniactivo en todas partes. Es cómodo no cuestionar nuestros propios intereses e ideas. Es tan cómodo que nos hemos quedado ahí, simulando ser algo que una acta de nacimiento dictaminó el día que recibimos nuestro primer aliento. Es cómodo recibir nombres, etiquetas, halagos que enaltecen una personalidad, una mascara que acuñamos según la familia y el país en que nos toque nacer. Es cómodo estar a favor o en contra frente a la idea de alguien más, eso nos mantiene ocupándonos de el quehacer de todo el mundo menos el nuestro. Es entretenido ser el héroe, decir lo que otros no dicen o decirlo más bonito, es entretenido llevar puesto el nombre de la empresa que más ríos ha convertido en cloacas toxicas. Es entretenido abanderar una causa. Es cómodo y entretenido formar parte de una maza con más de siete mil millones de personas temerosas de todo aquello que cause sufrimiento mientras el sol y la luna se las arreglan para no chocar y el dólar para seguir siendo moneda.

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