Un mensaje para leer en el viaje

Miquel Barceló

Llevo veintiocho navidades; en ninguna había sentido tanto abandono y dejo por los adornos decembrinos como ahora. Es posible que sólo sea mi impresión y los vecinos de la colonia donde vivo no hayan guardado los adornos de la navidad pasada y no tuvieron tiempo de comprar foquitos y coronas navideñas esta vez. O quizás no hubo dinero suficiente, quizá sea que los ancianos de la casa no cobraron su Amanecer; o los adornos de esta temporada no fueron de su agrado; o tal vez la euforia por el fin del mundo terminó tragándose esta navidad. No lo sé. Podría pasar todo el día pensando en por qué la gente de mi colonia y de la mayoría de los lugares donde he transitado estos últimos días no han puesto, como en otras épocas, especial cuidado en la decoración y ambientación decembrinas. Lo cierto es que la navidad de este año la percibo menos emperifollada, menos costosa y menos material; menos brillante, sin tantos pinos, sin tanto alboroto por Santa Claus, sin tantas fotos con él, sin tantos renos y nieve fuera de contexto. No escucho, como en otros años, coros navideños hasta por debajo de las piedras. En el supermercado no vi, comparado con otras épocas, demasiados artículos ni chunches navideños. Y en las banquetas los vagabundos ya no ponen de pretexto la navidad para pedir limosna. Ahora que lo pienso los mensajes y buenos deseos expresados por los medios de comunicación tienen menos el estigma navideño y más un tono distinto que aun no sé como bautizar.

Sea por una u otra razón intuyo un cambio, una ligera, pero creciente transformación, en la forma de abordar el final de este año y el inicio del 2013. En los últimos meses he observado, y confieso que con un poco  de incredulidad, a varias personas que llevaban una vida mas frívola y material que subjetiva y mística, dar el salto y emprender la búsqueda se la felicidad por otras vías. De pronto veo a gente conocida y desconocida interesarse en la meditación, en literatura sobre autoconocimiento, religión, crecimiento espiritual y todos esos temas que normalmente uno deja para la senectud, cuando ya es difícil aprender y la muerte es inminente. También he visto como aquellos que ya llevaban un trabajo previo de autoconocimiento y búsqueda de la verdad o al menos de su verdad, ahora están recibiendo pequeños pero alentadores destellos de paz y sabiduría. He observado también como algunas palabras toman otro sentido; por ejemplo compasión, ayuda, fe, paciencia, lucha. Estas palabras de a poco se han ido transformando y de pronto veo como la gente las usa con más frecuencia y con un sentido mas profundo. Es extraño, pero según sitios dedicados al estudio de las tendencias de búsqueda en la red, ¿cómo meditar? Es una de las preguntas más buscadas por los mexicanos en internet durante los últimos meses, comparado con Estados Unidos, quienes se interesan más en los fenómenos naturales como el huracán Sandy o los franceses quienes buscar tips de cómo besar.

Hasta mi propia hija parece tener un sentido mas armonioso y de concordia que yo cuando tenia su edad, como si el chip de la madurez y la paz ya hubiera nacido con ella. Hace poco me encontraba cocinando mientras escuchaba las noticias por la radio cuando Vania, me dijo: -mamá, no somos nada, no somos tan importantes- cuando lo dijo me pació como si todo a mi alrededor se congelara. Me quedé muda. A veces me pregunto cómo le impactará todas las catástrofes humanas de las que de una u otra manera ha sido testigo. Cómo resolverá lo de las torres gemelas, que aunque pasó en otro país y hace ya varios años, es algo que nos tocó a todos, tal y como sucedió con el exterminio nazi. Pienso en cómo su corazón y mente se ocuparán de tantos feminicidios sin resolver en nuestro país, de los niños quemados en la guardería abc, de tantos mineros que han quedado sepultados bajo la tierra, de tantos niños con frío y hambre de los que nadie se hace cargo, de tantas chuecuras políticas que atiborran los periódicos y no dejan apreciar lo realmente importante, de resentimientos históricos que continúan sin sanar, venganzas televisadas, peleas por el poder y el dinero que aunque uno no lo crea llegan a la vista y oídos de nuestros niños. No lo sé y posiblemente no lo sepa hoy, pero algo me dice que los niños de ahora saben algo que nosotros, los adultos de ahora, ignoramos por completo y malamente muchos además de ignorar, evitan conocer y hasta erradicar. Pero eso es otro tema.

Me llama la atención como una canción, en apariencia un juego y una mofa al sistema económico y estilo de vida de una región del mundo, fue tomada por todo el globo terráqueo para hacer de ella una especie de acto psicomágico en el que no sólo aquellos que viven de su apariencia y estados financieros son sujetos de ironía y burla, sino que ellos son capaces de burlarse de si mismos y no sólo eso, todos nos burlamos de ellos, es más todos nos burlamos de todos en ese viaje llamado Gangnam Style y en el que nadie sale perdiendo.

Los budistas dicen que no se puede reencarnar en un ser menos evolucionado del que fuimos anteriormente. Supongo que si obedeciéramos esa premisa la humanidad a estas alturas ya tiene varias reencarnaciones, difícilmente retrocedería en el camino, cometería los mismos errores, las mismas batallas, las mismas pandemias, los mismos genocidios. En el gran ascensor de la existencia humana es difícil saber en que piso vamos. En cuál hemos de parar y hacer un recuento de los que vamos a bordo, o en cual hay que bajar y cambiar de rumbo, quizá tomar un atajo o probar las escaleras. No lo sé y quizá nadie o muy pocos lo sepan. Muchos sólo se ocupan del lado podrido de la manzana, otros tantos de lado saludable, pero pocos tienen la capacidad de ver la manzana entera y aceptarla tal cual es. Quizá en eso consiste todo esto. Parar cuando sea necesario, hacer los cambios pertinentes y tener una visión más extensa de lo que nos rodea. Como sea, se los dejo de tarea.

En alguna parte leí que una vez que accedemos a determinado conocimiento, trátese del tema o materia que sea, nuestro cerebro nunca vuelve a ser el mismo y adquiere cierta capacidad expansiva. Supongo que eso pasa ahora. Tantos años vividos por la humanidad y tanta experiencia adquirida se están manifestando en cada uno de nosotros de distintas formas. Muchos realmente desearían que el mundo terminara, en parte porque es mas fácil dejar de existir que enfrentar la realidad tal cual es, para otros tantos, quizá la mayoría, la existencia no es ni será otra cosa que un eterno trabajar, cobrar, comprar y volver a trabajar; y para aquellos a los que me refería en un principio, de los que espero sean más y más, aquellos que han emprendido el camino a su verdadera naturaleza y en los que posiblemente recae la oportunidad de un cambio de rumbo verdadero. La búsqueda y expansión  ha iniciado y nada terrenal podrá interponerse en su caminar. A ellos, a ustedes, les deseo buen viaje!  

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