Visiones I
Las
visiones de mí, desnuda, saltando de silla en silla y sirviendo personalmente
los platos a los comensales, sus caras desencajadas y horrorizadas por mi acto
ilógico, los jaloneos a los que el gerente y tú tendrían que someterme; tu
pena, espanto y risa contenidas en la garganta. El largo silencio que nos
acompañaría hasta la casa, tu hartazgo, mis pensamientos, tu rechazo, mi
soledad, tu calma asfixiante, mis disculpas, tu silencio, mis ojos hinchados,
tu sudor en la frente, mi dolor de cabeza, tus ojos definitivos. Mi ropa en la
maleta.
Pujo
un poco más porque sé que aún queda algo; quizá un poco del desayuno, las
noticias no las digiero bien, por eso me gusta comer algo dulce antes de
encender la tele o la computadora, o tal vez la disputa por el despertador; es
difícil saber. Pujo por última vez y me estremezco al salir el último pedazo de
la mañana, fétido y amargo, supongo que se mezcló con las mentas porque tiene
pequeños trozos blancos. Siento que no está tan mal para salir de mis
intestinos.
Cuando
termino me acaricio el estómago. De nuevo tengo espacio para más mierda de colores,
olores texturas, volúmenes, humores y momentos variados. Es como un borrón y
cuenta nueva, volver a empezar, recontratación laboral, morir y nacer, matar y
olvidar. Jalo la palanca, rechina; el agua inunda mi caca y ésta se convulsiona,
salen burbujas de todos lados y en un remolino la mezcla de agua, pipi, mierda
y un poco de papel de baño, se agrupa en un embudo asqueroso que se perfila al
hoyo, ese umbral del que una vez atravesado no se sabe más nada.
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